Calcinada la tarde; anochece gris y comienza a nevar.
Nevada de cenizas mustias, incapaz de cuajar sobre el arrabal seco; monótona planicie bajo la noche renegrida.
Cinco latas dobladas con un apretón de desidia, tiradas sin sentido por el arrabal.
Velatorio de latón retorcido.
Oscuro y solitario yace el arrabal.
...Si ESTUVIERAS...sentada en la planicie; tus rodillas juntas, a la altura de los latidos, sobre ellas tus manos entrelazadas; mirada al infinito desde tus mejillas iluminadas...¡regresaría la brisa, surgiría la madrugada!
¡VOLVERÍA aquel ESTAMOS! Y aquel nuestro SILENCIO con el que huíamos del nuestro TE QUIERO que tan POCO, tan NADA, nos parecía...porque DECIRNOS era...tan POCO...
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