¿ ... Y?
Viento partido a trozos por los redobles del silencio anochecido, dijo; eran las 20,35 horas de aquel puto día atardecido.
Y, luego, claro, expiró.
Y... a las 8,35 horas de la anodina mañana del siguiente día, lo “sacaron” por la PUERTA GRANDE.
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